Gestiona sus rabietas conociendo el cerebro del niño.

A pesar de las antiguas creencias en las que se afirmaba que el cerebro sólo se desarrollaba durante la infancia, actualmente sabemos que no es así. El cerebro es un órgano dúctil, el cual está en constante evolución hasta la vejez.

Por ello, nuestro papel como padres, madres o cuidadores es fundamental, ya que nuestros hijos/as desarrollan su cerebro integrando sus experiencias y la manera en la que nosotros nos relacionamos con ellas, con nuestras respuestas.

Basándonos en el libro de Siegel, “El cerebro del niño”

Habla de la diferencia entre Progreso y Supervivencia:

  • En nuestro día a día en nuestra paternidad/maternidad, estamos centrados en la Supervivencia, en evitar conflictos.
  • Siegel nos invita a vivir en el Progreso, en convertir ese espacio en aprendizaje y en lugar de centrarnos en que un hermano devuelva su juguete al otro (supervivencia), aprovechemos la oportunidad para tratar la importancia de compartir y su significado.

¿A qué se dedica cada hemisferio del cerebro?

Ambos hemisferios tienen funciones muy diferenciadas; mientras que el izquierdo se encarga de la lógica, la razón, el orden, lo líneal… el derecho es el encargado de la gestión emocional, la creatividad, el arte, la pasión… Nuestro objetivo como padres y madres, es colaborar y facilitar la integración de ambos hemisferios.

Por ejemplo, en el caso de las rabietas, cuando nuestros/as hijos/as son aun pequeños/as, estas crisis son únicamente de tipo emocional. Reaccionan de manera explosiva ante un límite, y lo hacen empujados por la intensidad de su hemisferio derecho. Por este motivo, no es útil aplicar la razón con ellos/as, estaríamos hablando “en idiomas diferentes”. Aconsejamos primero conectar con su emoción, activar también nuestro hemisferio derecho y sintonizar nuestra emoción con la suya, sostenerles, calmarles y acompañarles. De esta manera, es probable que consigamos calmar su ansiedad y sea más fácil apelar a su hemisferio izquierdo, capaz de escuchar y razonar. A medida que nuestros/as hijos/as vayan creciendo, será más fácil conectar con su hemisferio izquierdo, el cual estará más desarrollado y es posible que guíe alguna de sus rabietas, con la edad, más planificadas.

Es posible que en alguna ocasión, vivamos que nuestros/as hijos/as están sufriendo un estallido emocional el cual no son capaces de reconducir. En estos casos, es muy posible que sea la amígdala la que esté funcionando. La amígdala es una glándula que se encuentra en el cerebro y bloquea el camino de la integración, impidiendo el camino que comunica ambos hemisferios. En estos casos, recomendamos poner un espacio y un tiempo para la calma, facilitándoles salir de su estallido, pero respetando su propia necesidad emocional.

La narrativa es una estrategia muy útil para favorecer la integración de ambos hemisferios en nuestros/as hijos/as. El hecho de contarles lo sucedido, explicándoles cada paso, ayuda a que puedan integrar la historia y sean capaces de activar ambos hemisferios, funcionando de manera ordenada. ¡Os van a preguntar todo! y aunque la labor sea cansada, estaremos colaborando en gran medida para su sano desarrollo cerebral y por ello, para su salud mental.

Ante las temidas rabietas, Siegel nos propone su estrategia “Conecta y redirige”

La cual propone llevar a cabo en los siguientes pasos:

  • Sintonizar: entender y traducir qué tenemos delante; hemisferio izquierdo o derecho, ¿rabietas emocionales o planificadas?
  • Conectar: identificamos sus emociones y conectamos con ellas.
  • Redirigir: A través de la narrativa, conectamos con su hemisferio izquierdo, listo para escuchar y razonar.

Pensemos en nosotros/as mismos/as, cuando hay algo que nos preocupa o nos entristece, ¿necesitamos que alguien nos razone lo sucedido? ¿necesitamos que den valor a nuestra emoción? En general, para poder razonar, antes necesitamos sentirnos comprendidos, necesitamos sentir que la otra persona entiende nuestros sentimientos, para después poder racionalizarnos. No intentemos aplicar la lógica a una emoción en activo tampoco con nuestros peques.

Y para finalizar, no enfurezcáis, evitad las luchas de poder absolutamente inútiles, las cuales únicamente os distanciarán del entendimiento y mostrarán vuestra inseguridad ante la resolución del conflicto.

Esperamos que os haya servido de ayuda y que poco a poco, la labor de traducir y conectar con las emociones de los/as peques, vaya facilitando su integración cerebral.

Caja y libros de recuerdos

Guardaríamos cada instante de los que pasamos con nuestros peques si nos fuera posible. Ni nuestra memoria nos da para ello ni tenemos la posibilidad de guardar cada objeto. Para rememorar algunos de los momentos que hemos pasado con ellos y ellas, sobre todo en sus primeros días, meses o años de vida, tenemos las cajas y los libros de recuerdos.

¿En qué consiste una caja de recuerdos?

Simplemente buscaremos una caja en la que vamos a reunir aquellos objetos que nos recuerdan a sus primeros momentos. Se trata de guardar aquellas cosas que fueron sus primeras cosas, las más pequeñitas que nos evocarán el recuerdo de lo pequeños que eran cuando nacieron.

Os vamos a dar algunas ideas que podéis incorporar en vuestra caja de recuerdos;

  • Alguna de sus ecografías
  • La pulsera identificativa del hospital
  • Algunas primeras fotos
  • Las huellas de sus pies o manitas hechas con algún material moldeable o con pintura para dedos (existen kits para este cometido, libres de tóxicos y adecuados para la delicada piel de los bebés)
  • El periódico del día de su nacimiento (durante el embarazo podemos asignar esta tarea a algún familiar. Si se nos ha olvidado comprarlo hay algunos periódicos que venden a posteriori y bajo pedido sus periódicos)
  • Un mechoncito de su pelo
  • El informe de alta del hospital
  • Un pañal de muestra de la primera talla que utilizó
  • Su chupete, su cadenita o sujeta-chupete
  • Su dou-dou
  • La pinza de su ombligo
  • Sus primeros patucos o calcetines
  • Su primer pijama, body o “primera puesta”
  • Su arrullo (aquí necesitamos una caja más grande)

Para completar tenemos la posibilidad de añadir un libro de recuerdos. SE comercializan muchos para este fin, preciosos. Están prediseñados para ir narrando los distintos momentos  que pasamos durante el embarazo o durante sus primeros meses y años de infancia. Tienen espacios para ir registrando datos sobre fechas importantes, o peso del bebé, altura… y a qué meses consiguieron determinados hitos evolutivos. Si no te quieres complicar mucho esta es una buena opción (lo mismo ya te lo han regalado). Pero si no te gusta seguir un guión predeterminado, puedes optar por comprar un cuaderno bonito en blanco e ir completándolo con los datos que tú desees. Como tip te diremos que no esperes a hacerlo perfecto, simplemente hacerlo, porque si esperas a pasarlo a limpio o a tener el momento, lo más probable es que no lo hagas nunca. Mejor ir registrando lo que se te ocurra en el momento, sin ponerte la presión o expectativa de cómo debería ser o con qué frecuencia escribir.

Si tu bebé ya ha nacido o tiene varios años y esta idea no la has llevado a la práctica, nunca es tarde. Puedes hacer una recopilación posterior de sus primeras cosas y armarás su caja de recuerdos. Incluso lo podemos hacer junto a él o ella y estará encantado/a de disfrutar de ese momento, de que revivas esos recuerdos y le hables de esos momentos.

En psicología la narrativa de la historia es muy importante. El cómo nos narramos los recuerdos o los acontecimientos vividos determina la visión que tenemos sobre nosotros mismos o sobre nuestras vivencias. Ante un parto difícil puedes narrarlo desde la angustia o desde la superación de las dificultades. Tú decides cómo deseas enfrentarte a tus propios acontecimientos. Una forma de elaborar lo sucedido es precisamente ponerle palabras, escribir tus recuerdos o contarlo. Todo esto facilita la elaboración de aquellas dificultades que hayamos podido vivir.

¿Cuál es el objetivo de las cajas y de los libros de recuerdos?

Por un lado, el objetivo puede ser simplemente el guardar sus primeros objetos. Pero, en realidad, tiene un trasfondo mayor con una repercusión muy positiva para nuestros hijos e hijas. Cuando hemos hecho esta actividad (con ellos/as o no) les estamos dando varios mensajes; “nos importas mucho”, “te queremos desde el principio”, “eres una persona importante”, “queremos recordar lo felices que nos hiciste”, “vivimos momentos mágicos gracias a ti”, “nos encanta saborear el recuerdo”, “eres una persona digna de amor”

Son mensajes que, aunque no se digan así de forma verbal, les estamos transmitiendo a través de esta actuación. Que mis papás hayan dedicado este tiempo para mi, que lo hayan guardado durante años, que lo compartan conmigo o con amigos y familiares… es porque realmente les importo, soy una persona querida, deseada, cuidada, amada … Todo esto favorece su autoconcepto, la visión que tiene sobre sí mismo/a. Y aportamos una versión de su persona segura, confiada, amada y positiva.

Como seres humanos sociables que somos, necesitamos sentir que pertenecemos a un grupo. El primer grupo de referencia que tenemos y al que pertenecemos es nuestra familia. Sentir que realmente somos un miembro importante dentro de la familia, que somos queridos, respetados, que cuentan con nuestra opinión y nuestra colaboración favorecerá nuestro desarrollo. El amor y el cuidado que se recibe durante la infancia favorece al tipo de vínculo que creamos con nuestros padres o cuidadores y que va a influir en cómo nos vincularemos en las futuras relaciones sociales en las que estaremos inmersos. Así, un bebé querido, respetado, bien cuidado, con una estabilidad en la relación, tendrá unas relaciones basadas en el cuidado y el respeto.

Cuando un niño o una niña no ha recibido esta seguridad, cuando ha tenido ambivalencia en la relación o el sentimiento de pertenencia no se ha cuidado tanto, tiene más posibilidades de que, en la adolescencia, se una a un grupo de iguales que desarrollen conductas de riesgo. Cuando el autoconcepto es negativo o no se siente digno de amor, cualquier mirada es válida o suficiente. Así, cuando un niño/a no tiene arraigado el sentimiento de pertenencia en su familia tiene más posibilidades de juntarse con un grupo de iguales de riesgo.

Desde Educar con Felicidad os animamos a disfrutar de la realización de la caja y libros de recuerdos o, si ya la tenéis, a sacarla y compartirla con vuestros peques. No solo disfrutaréis al hacerla y revivirla, si no que les dais un mensaje muy potente de amor y cuidado.

Leticia López y Patricia de Calatrava
Terapeutas de Familia y de pareja